Breve fábula que relata la denominada Guerra de navegadores (Browsers Wars) a modo de historia en una ciudad llamada la ciudad del mar.
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La historia de la ciudad del mar
Escrito por J. Román Hernández Martín
La ciudad del mar era una amplia y fructífera ciudad de un país del cuál no recuerdo el nombre. Sus habitantes vivían felizmente sin saber que en breve algo iba a cambiar sus vidas.
Una compañía llamada Nessan comenzó a comercializar una gama de nuevos coches que iba a revolucionar el mercado. Se trataba de un modelo que incorporaba una especie de «piloto automático» que permitiría viajar desde un lugar a otro sin necesidad de preocuparse por la conducción.
Efectivamente. Fue todo un éxito y la gente empezó a utilizar estos modelos de coche.
Masda, otra compañía de coches se dio cuenta del asunto y desarrolló un modelo similar, y así hacer competencia a Nessan. Lo consiguió, pero el porcentaje de uso del modelo de Masda era muy inferior al de Nessan.
Se entabló una batalla entre las dos reconocidas marcas para brindar mejores características (comodidad, mapas navegables de la ciudad, fundas...) dejando en un segundo plano la estabilidad y seguridad del vehículo, hasta el punto de que, a pesar de que algunos usuarios habían notificado que sus coches se habían lanzado al mar repentinamente, las compañías no le daban la importancia que realmente tenían.
Eran tiempos duros en la ciudad del mar. Mientras que por una parte, la compañía Masda fabricaba modelos de coche con hilos musicales y marquesinas animadas que no tenían otros modelos, Nessan se preocupaba por rótulos parpadeantes y modelos de cristaleras diferentes a las de la competencia.
Entonces, el director general de Masda, que era muy buen amigo de los altos cargos de la ciudad, llegó a un acuerdo con los dueños de autoescuelas para que con cada carnet de conducir, regalasen un modelo de su coche.
Masda consiguió hundir a Nessan, adquiriendo prácticamente la totalidad del sector, teniendo su modelo de vehículo en casi todos los hogares de los habitantes. Incluso algunos comenzaban a utilizar la palabra «Masda» para referirse a un vehículo.
Por su parte, algunos habitantes de la ciudad, hartos de los dispares funcionamientos de los vehículos, optaron por instalar pequeños carteles en urbanizaciones: «Se transita mejor con vehículos Masda» o avisos en carreteras: «Camino compatible con coches Masda».
Pero el problema vino cuando la gente comenzó a darse cuenta de que los vehículos no hacían caso a lo que querían: el vehículo no respeta las señales de tráfico, tenía accidentes (curiosamente sólo con vehículos de otra marca), etc...
Y se agravó más cuando los hospitales permitían sólo la entrada de personas con un vehículo Masda, los camiones de bomberos de otras marcas no pasaban por algunas calles (diseñadas para vehículos Masda) o los bancos te pedían como aval un vehículo Masda, aunque vinieras de otro país donde no se usa esa marca. Durante algunos años esta fue la situación que se vivía.
Fue entonces cuándo los habitantes comenzaron a utilizar el sentido común.
Un gobierno extranjero señaló y consiguió multar a Masda por haber realizado acuerdos desleales con autoescuelas, muchos comenzaron a comprar un nuevo modelo de coche de una compañía llamada Mitsubashi que respetaba las normas y tenía multitud de complementos, obligaron a Masda a otorgar un vale para renovar sus vetustos coches por uno de los nuevos, etc.
Y así fue como poco a poco, volvió la normalidad a ciudad del mar, una ciudad donde sólo se utilizaba un modelo de móvil. Pero eso, ya es otra historia...
