Historia de un grupo de panaderos que se asoció para unificar proveedores y sus andanzas a lo largo de los años hasta la actualidad.
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La historia de los panaderos
Escrito por J. Román Hernández Martín
Anoche soñé algo. Era una historia irreal, pero a la misma vez, era algo que inexplicablemente me parecía real...
Un grupo de panaderos se había asociado con la genial idea de aunar a varios proveedores de su gremio, para unificarlos a todos y así rentabilizar su negocio, a la vez que se defendían de atracos, minimizaban costes y otras cosillas.
El tiempo pasaba y confirmaba que fue una excelente idea. La asociación dio sus frutos (prácticamente tenían un 100% de actividad del sector). Incluso se llegó al punto de que cualquier panadero que quisiera abrir su negocio particular, tenía que pasar por ellos, ya que sólo no tenía nada que hacer... Eran cosas del mundo laboral.
Pero algunos proveedores comenzaban a encontrar injusta la gestión de la asociación de panaderos: comisiones exageradas, beneficios cada vez más pequeños, obligaciones a seguir un cierto patrón de productos, etc.
Cierto día, empezó a correr el rumor de que en un barrio se podían adquirir panes de casi la misma calidad, pero sin los abusivos costes a los que se estaba acostumbrado. Esto repercutió de una forma tremenda en el negocio de la asociación de panaderos.
Hasta ciertos proveedores tuvieron problemas con la asociación, al comentar que les gustaba la iniciativa de ofrecer sus productos en el barrio utilizando otras vías de financiación, publicidad, etc... que atraería público a su pequeña marca.
Sin embargo el negocio de la asociación de panaderos peligraba. ¿Cómo se podía hacer frente a tal amenaza? Lo mejor sería utilizar sus recursos para cerrar las tiendas de ese maldito barrio.
Se empezó con el FUD, haciendo comparaciones con cosas viles y desagradables: pornografía, asesinato, crímenes, hurtos... Luego se continuó con las denuncias por vía civil, vía penal...
Se cuenta que se llegó a denunciar hasta a los taxistas que comían «pan pirata» en sus vehículos, a las bodas que incluían «pan pirata» en sus menús, incluso a los obreros que fabricaron un local donde actualmente había una tienda que ofrecía «pan pirata».
Sin embargo, cuando todo esto fracasó, se comenzó a idear una estrategia definitiva: una comisión que se encargaría de cerrar las tiendas del barrio que consideraran perjudiciales (sin que un juez lo decidiera) a la que disfrazar... llamaron Ley del Negocio Sostenido.
En ese mismo momento me desperté... ¡Menudo sueño! Voy a buscar una barra de pan a la tienda de la esquina, quizás pasado mañana esté cerrada...
