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Caminaba sin descanso. Ecuánime y moderada. Mientras lo hacía se imaginaba un inmenso y extenso prado, con la brisa fresca del aire chocando contra su rostro. Las peras tendidas en el suelo, cerca de un alto árbol frondoso. Sin duda, era la naturaleza materializada.

prado

Si ella miraba al cielo, podía verlo perfectamente. Estaba despejado. Las pocas nubes -si en realidad había alguna- se iban disipando en un intenso infinito. El también era feliz.

El cálido sol, además, se hacía notar de forma intensa pero no exagerada. Podía percibir la alentadora inteligencia a través de sus rayos llenos de energía. Rayos que se atrevían a bañar todo aquello que alcanzaban.

Incluso, a lo lejos, podíamos ver al príncipe. Lleno de poder y fuerza. La pasión, la agresividad y el dolor eran atributos candentes en él. Muchas eran las historias que se narraban, desde «haberlo sentido en los primeros latidos de vida de todo ser», a verlo «navegando desde los fieros volcanes hasta el mismísimo infierno». Historias. Reales o irreales, pero historias al fin y al cabo.

Al margen de todo esto, permanecía inmóvil en el centro de todo y de nada otro ente. Carecía de todo lo que poseían los anteriores. Sólo los rayos del sol se habían atrevido a acercarse a él un poco más que el resto, pero lo suficiente para no aportarle nada de lo que le diferenciaba de todos. A pesar de sus características, se decía que él -el ente brillante- era el más importante. El resto habían surgido a partir de él y eran variaciones alternativas. Y ellos le creían. Creían que si alguna vez una amenaza llegaba, él les protegería. Incluso por encima del príncipe.

Hasta que ese día llegó.

La oscuridad llenó la presencia con un semblante tenebroso y se encaró con el ente brillante. El resto miraba aterrorizado. Luchaba contra el oscuro enemigo con muy poca fuerza, rindiéndose ante la evidencia y perdiendo el brillo poco a poco.

En un acto de desesperación todos los demás intentaron ayudarle, o quizás salvarse cada uno por su propia cuenta. Pero fue inútil. Incluso el príncipe pareció querer unirse al hostil visitante, ya que no opuso ninguna resistencia.

colores

La oscuridad ya poseía todo lo que existía y había existido.

Desde ese preciso momento, siempre que pintamos con varios colores, acaba venciendo el negro.

Manz

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